El icónico jugador poker, Phil Ivey, es uno de los más famosos del mundo. Es conocido por haber ganado millones de dólares en Texas hold’em, Omaha, 7 card stud y cualquier otra variante imaginable del poker. De modo que cuando apareció en el programa de televisión estadounidense 60 Minutes para hablar sobre “aprovechar los puntos débiles de la casa y emplear esta ventaja para ganar” en Mini-Bacará, no resultó difícil creerle. Al fin y al cabo, Ivey, no está acostumbrado a perder.

Y no lo ha hecho. En menos de un año, Phil Ivey ha ganado más de 20 millones de dólares jugando a Mini-Bacará. Todo el mundo sabe eso. Lo que no todo el mundo sabe es que no ganó el dinero solo. Ivey recibió bastante ayuda para lograr el inesperado premio. Lo hizo gracias a una colaboradora china llamada Cheung Yin “Kelly” Sun.

GANAR EN BACARÁ

Ella logró averiguar cómo ganar en Bacará y fichó a Ivey, conocido por sus elevadas apuestas en casinos, para que jugara por ella; es decir, para que fuera el que realizara las apuestas reales. Sin embargo, su intento por vencer al juego empezó mucho antes de asociarse con Ivey. Sun, procedente de una acaudalada familia del norte de China, tenía a sus espaldas una dilatada experiencia desvalijando casinos. Había invertido millones de dólares en salones de juegos de todo el mundo. A sus anfitriones y entrenadores siempre les habían gustado sus lujosos trajes, sus apariciones en limusina desde el aeropuerto e incluso sus tarjetas de compras de elevado valor.

En mitad de una maratón de juegos en MGM Grand, firmó un “marker” de casino de 100.000 $ para un amigo y le recordó a este que debía abonarlo. Al fin y al cabo, los “markers” que no se abonan en Las Vegas se consideran cheques sin fondos. Si una persona no cumple con ello, está cometiendo un crimen.

El amigo de Kelly no abonó el “marker” y Kelly acabó arrestada y en una cárcel del centro de Las Vegas. “Las mujeres me atacaban y los guardas no me dejaban llevar mi propia ropa interior”, relata. “Perdí 11 kg en la cárcel y no me soltaron hasta que mis familiares volaron hasta aquí con 100.000 $ para el casino. Decidí que algún día recuperaría el dinero jugando en las instalaciones de MGM”.

Algunas reclusas abandonan la cárcel tras una breve temporada entre rejas convertidas en criminales reincidentes. Kelly salió con ganas de ganar sin piedad en Bacará. Poco después de su liberación, y tras volver al casino, descubrió lo que era la clasificación por bordes: identificar cartas con dibujos en el reverso y que se cortan de manera desigual. A través de esta técnica completamente legal, entrenó su vista para reconocer ciertos grupos de cartas que resultan más ventajosas para los jugadores. Tras obtener más de un millón de dólares ganando partidas con diferentes high rollers chinos, Kelly encontró a la pareja de grandes apuestas definitiva: Phil Ivey...

30 for 30 Podcast con Michael Kaplan, Eliot Jacobson y Cheung Yin “Kelly” Sun:

 

MILLONES DE DÓLARES CON LA CLASIFICACIÓN POR BORDES

Él depositó el dinero, realizó la apuesta, solicitó las condiciones adecuadas (un crupier que hablara chino, marcas específicas de cartas de juego que solieran tener dibujos desiguales en sus reversos y un barajador que no hiciera girar las cartas) y mantuvo el casino en calma. Kelly se encargó del trabajo duro. Pidió que los crupieres giraran determinadas cartas “para tener buena suerte”, de manera que las cartas clave fueran reconocibles (6s, 7s, 8s, y 9s tenían bordes cortos de cara al crupier). Kelly leyó las cartas y le dijo a Ivey cómo apostar.

Pero la cosa no empezó bien. La primera vez que Kelly se encontró con Ivey fue en Melbourne, Australia, donde él había ganado unos seis millones de dólares en el poker. En la primera partida de Bacará que jugaron juntos, Ivey perdió rápidamente 500.000 $. Esto no le gustó. Kelly le explicó que el problema era que nunca había utilizado las cartas que se empleaban en el casino de Melbourne. No estaba familiarizada con los dibujos de los reversos. De mala gana, Ivey aceptó aportar más dinero para así tratar de recuperar lo que había perdido. Kelly estudió los reversos de las cartas por la noche.

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Al día siguiente dijo: “En una hora recuperaremos el dinero y ganaremos tres millones de dólares más. El casino le cobró a Phil las fichas y le preguntó cómo me había conocido. Alguien del casino le dijo que yo era famosa internacionalmente [for doing the baccarat play]. Phil les dijo que yo acababa de llegar a la sala de poker y que quería jugar a Bacará”.

Rápidamente, Ivey empezó a confiar. Kelly e Ivey se pudieron en marcha y arrasaron casinos. Jugaron en Montreal, Singapur, Macao y Montecarlo. Ella llevaba elegante ropa de diseño en las salas de apuestas altas del extranjero y volvía a ser la trotamundos amante de la acción que una vez había sido. Ivey trajo consigo a su entrenador personal.

Ambos establecieron una rutina para engañar a los casinos. Tras llegar a una sala de juegos, Kelly declara: “Pasábamos el primer día de relax, íbamos a la discoteca por la noche y después pasábamos dos o tres días jugando en el casino. Un día perdimos tres millones de dólares. Phil no se enfadó entonces. Volvimos y ganamos cinco millones de dólares la siguiente noche”.

EL FIN DEL JUEGO CON VENTAJA DE KELLY

Los casinos engañados llamaban a Kelly la “Reina de los repartos”. Ivey tenía otro apodo para ella: “La máquina de Baccarat”.

El 36.er cumpleaños de Kelly, en 2012, fue el típico evento escandaloso y exagerado que precisamente beneficia a los high rollers. “Fuimos a XS en Wynn”, recuerda Kelly. “Phil estaba rodeado de chicas. Estaba tan borracha que me alojé en una suite en Wynn en lugar de irme a casa.

A la mañana siguiente, Phil me llamó y no le contesté al teléfono. Un amigo subió y empezó a aporrear la puerta. Me dijo: ‘Vamos, vamos, el jet privado está esperando. Nos vamos a Borgata, [the top casino in Atlantic City] a ganar dinero’. No tenía ropa, ni maquillaje, ni equipaje. Tuve que comprarme todo en Borgata. Phil no quería que comiera ni durmiera. Solo quería que estuviera jugando. Por eso me llaman la Máquina de Baccarat. Una vez jugamos durante 24 horas. Phil durmió en el suelo [of the high-limit room]”.

Derrotaron a casinos de todo el mundo. Kelly no cuenta cuánto ganaron exactamente, pero da a entender que la cifra supera los 30 millones de dólares. Habrían ganado incluso más, si no hubiera sido por un incidente en Crockfords, en Londres. Allí, tuvieron suerte y ganaron rápidamente el equivalente a 12 millones de dólares estadounidenses. A Crockfords no le hizo gracia, se negó a pagarles y alegó que Ivey y Kelly jugaban de manera incorrecta.

Kelly e Ivey interpusieron una demanda por el pago de su dinero y generaron el tipo de publicidad que no pasa desapercibida para otros casinos. Uno de los casinos fue Borgata, en Atlantic City, al que el equipo encargado de desplumar casinos dejó sin 10 millones de dólares. Kelly recuerda haber estado en contra de llegar a un gran acuerdo con Crockfords sobre su decisión de no pagar. “Supuse que siempre podríamos ganar otros 12 millones de dólares”, declara encogiéndose de hombros. Afirma haberse dado cuenta entonces de que demasiada publicidad podría acabar con su juego con ventaja.

Y tenía razón. La táctica de la clasificación por bordes está lejos de estar acabada y Borgata quiere recuperar su dinero. No obstante, Kelly parece tomárselo con calma y se muestra indiferente ante su recién estrenada fama. “Nunca pensé en hacerme famosa”, declara Kelly. “Soy muy callada. Yo no hablo. Solo quiero derrotar a los casinos”.